Definamos primero la emoción: Las emociones son el medio que usa la naturaleza para que prestemos atención a una amenaza que el cerebro ya ha percibido. 

Es la forma que tiene nuestro organismo para darnos dos mensajes distintos: 

A) Que esto es sumamente importante.

B) Cómo hay que actuar al respecto. 

Cada emoción fuerte capta nuestra atención y convierte en una preocupación a lo que sea que lo provoca para la solución del mismo. En general esto funciona muy bien, es adaptativo, evolutivo y nos trajo desde tiempos inmemoriales hasta aquí. Pero cuando entramos en el terreno de los hábitos emocionales negativos, por la desproporción de estos con los hechos reales, aquello que funcionó bien en el pasado y generalmente hoy en la vida cotidiana, ahora nos causa malestar interno y conflictos con nuestros vínculos. Esa es la fuerza del hábito, repetimos una y otra vez sin conciencia de ello, trayendo el consecuente dolor.

Romper la cadena tomando conciencia, prestando atención a estos patrones emocionales negativos desproporcionados  (“Tal vez esto es algo que viene de mí, y no es algo que me hacen otros de afuera”) y  tratarlos en la terapia nos permitirá empezar a entendernos a nosotros mismos y aliviarnos. También ser empáticos, comprender por qué las personas se comportan de cierta manera siendo víctimas de la misma situación.

Eugenio Kaminski.